Cronicas | H. Ayuntamiento de Palenque.

La feria de Santo domingo de Guzman

Juarez a Maximilano

Miercoles,14 de MARZO




JUAREZ A MAXIMILIANO, MONTERREY, N. L. MARZO 28 DE 1864
En la proximidad del natalicio de Don Benito Juárez García el 21 de marzo, recuerdo los días de escolar en la “Niños Héroes” el tema obligado de todos los maestros era hablar dos semanas antes del insigne “Benemérito de las Américas” Benito Juárez García. Nuestros maestros hechos en la vieja escuela rural mexicana nos hablaron de la difícil niñez de Juárez, de su feria interés por educarse, de desempeñar éticamente se carrera de abogado, de conocer con profundidad al clero, de saber consolidar sus pensamientos con otros mexicanos que lo llevaron a establecer las leyes de reforma, de sostener la esperanza de un país abatido por la pobreza y los movimientos invasores principalmente de nuestro vecino gringo y la de otros países europeos, del amplísimo acervo cultural de nuestros maestros logro prevalecer por muchos años el interés por conservar los valores culturales incluyendo los nacionales al grado de que en Palenque en cualquier estrato social que eran dos los que tenían mucho y los que no tenían nada salvo su amor por la patria para llegar al palenque de hoy. En los hogares, en la calle, en el ejido, en el gobierno municipal y otros, todos sabían que “Entre los individuos, como entre las nación es, el respeto al derecho ajeno es la paz” también la sociedad palencana estableció para este insigne hombre un homenaje municipal en donde la cabecera, poblados y rancherías el 21 de marzo izaban bandera, en la mañana se realizaba un acto cívico y cultural. Muchos entendimos lo que es un político y un estadísta que pensó igual que sus colaboradores en las futuras generaciones de la que hoy todos formamos parte. Nunca olvido a mi maestro Crispín Méndez hablándonos en el tercer grado de primaria de la siguiente carta que Don Benito le envía a Maximiliano, le invitó a leerla con detenimiento.

Me dirijo V. Particularmente su carta del 23 del pasado, fechada a bordo de la fragata “Novara” y mi calidad de hombre cortés y político me impone la obligación de contestarla, aunque muy de prisa y sin una redacción meditada, porque ya debe V. suponer que el delicado e importante cargo de Presidente de la República, absorbe casi todo mi tiempo, sin dejarme descansar de noche. Se trata de poner en peligro nuestra nacionalidad, y yo, que por mis principios y juramentos soy el llamado a sostener la integridad nacional, la soberanía e independencia, tenga que trabajar activamente, multiplicando mis esfuerzos para corresponder al depósito sagrado que la nación, en el ejercicio de sus facultades, me ha confiado. Sin embargo, me propongo, aunque ligeramente, contestar os puntos más importantes de su citada carta. Me dice V., que abandonado la sucesión de un trono en Europa, abandonando su familia, sus amigos, sus bienes, y lo más caro para el hombre, su patria, se han venido V. y su esposa Doña Carlota, a tierras lejanas y desconocidas, solo por corresponder al llamamiento espontaneo que le hace un pueblo que cifra en V. la felicidad de su porvenir. Admiro positivamente por una parte todo su generosidad, y por otra parte ha sido verdaderamente grande mi sorpresa al encontrar en su carta la frase: “llamamiento espontaneo”, porque yo ya había visto antes, que cuando los traidores a la patria se representaron en comisión por si mismos en Miramar, ofreciendo a V. la corona de México, con varias cartas de nueve o diez poblaciones de la nación, V. no vio en todo eso más que una farsa ridícula, indigna de ser considerada seriamente un hombre honrrado y decenteContesto V. a todo eso exigiendo una voluntad libremente manifestada por la nación, y como resultado de sufragio universal: esto era exigir una imposibilidad; pero era una exigencia de un hombre honrrado. ¿Cómo no he de admiradme ahora viéndole venir al territorio mexicano sin que ya haya adelantado nada respecto a ls condiciones impuestas? ¿Cómo no he de admirarme viéndole aceptar ahora las ofertas de los perjuros y aceptar su lenguaje, condecorar y poner a sus servicios a hombre como Márquez y Herrán, y rodearse de toda esa parte dañada de la sociedad mexicana? Yo he sufrido, francamente, una decepción; yo creía V. una de esas organizaciones puras, que la ambición no alcanzaría a corromper.Me invita V. a que venga a México, ciudad donde V. se dirige, a fin de que celebremos allí una conferencia, en la que tendrán participación otros jefes mexicanos que están en armas, prometiéndonos a todos la fuerza necesaria para que no nos escolten en el tránsito y empeñando como seguridad y garantía su fé pública, su palabra y su honor. Imposible me es, señor, atender a ese llamamiento; mis ocupaciones nacionales no me lo permiten, pero si en el ejercicio de mis funciones públicas yo debiera aceptar tal intervención, no sería suficiente garantía, la fé pública, la palabra y honor de un agente de Napoleón, en un hombre que se apoya en esos afrancesados de la nación mexicana, y del hombre que representa hoy la causa de una de las partes que firmaron el Tratado de la Soledad.Me dice usted que de la conferencia que tengamos en el caso de que yo lo acepte, no duda que resultará la paz y con ella la felicidad del pueblo mexicano; y que el imperio contará en adelante, colocándome en un puesto distinguido, con el servicio de mis luces y el apoyo de mi patriotismo. Es cierto, señor, que la historia contemporánea registra el nombre de grandes traidores que han violado sus juramentos y sus promesas, que han faltado a su propio partido, a sus antecedentes y a todo lo que hay de desagrado para el hombre honrrado; que en estas traiciones el traidor ha sido guido por una torpe ambición de mando y un vil deseo de satisfacer sus propias pasiones y aún sus mismos vicios; pero el encargado actualmente de la Presidencia de la República, salido de las manos oscuras del pueblo, sucumbirá (si en los juicios de Providencia está determinado que sucumba), cumpliendo con un juramento, correspondiendo a las esperanzas de la Nación que preside y satisfaciendo las inspiraciones de su conciencia.Tengo la necesidad de concluir por falta de tiempo, y agregaré soló una observación. Es dado al hombre, señor, atacar los derechos ajenos, apoderarse de sus bienes, atentar contra la vida de los que defienden su nacionalidad, hacer de sus virtudes un crimen y de los vicios un virtud; pero hay una cosa que está fuera del alcance de la perversidad, y es el fallo tremendo de la historia. Ella nos juzgará.
“LAS CHIAPANECAS” fue estrenada en la habana en 1924
El grupo marimbista de los hermanos Gómez se integró en 1918 con cuatro elementos, comandados por David Gómez “El Califa”. Ellos fueron los primeros en entonar la melodía de “Las Chiapanecas”, compuestas por el músico chiapacorseño Bulmaro López Fernández (1878-1960) .La letra fue escrita por Juan Arozamena, hermano de la actriz Amparo Arozamena, ambos originarios de la Ciudad de México, durante un viaje realizado rumbo a Cuba. El primer sitio dondese escuchó la melodía “Las Chiapanecas” fue en la Habana, Cuba, el 5 de Julio de 1924. Ese día fue cantada y bailada por Lupita Gómez Cacho y su grupo coreográfico.La primera vez que se escuchó esta melodía en territorio chiapaneco fue en 1930. La canción llego a ser interpretada por Nat King Cole, acompañado por la marimba de los hermanos Paniagua de San Cristóbal de las Casas, Chiapas.
Soy de usted atento y seguro Servidor. Benito Juárez. Fuente: Edi Maber Suárez.


Fuente de la Información: Crónista Municipal Profr. Agustín Roman Alvárez Bolivar.

Ultima Actualización: 15 De Febrero De 2018.