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Dos siglos de descubrimientos arqueologicos en Palenque Chiapas parte 5

Dos siglos de descubrimientos arqueologicos en Palenque Chiapas

Viernes,05 de Octubre




Dos siglos de descubrimientos arqueologicos en Palenque Chiapas parte 5
A partir de la segunda década de siglo XX se inician excavaciones a gran escala en diversas ciudades mayas por instrucciones y universidades de manera profesional en donde construcciones y objetos cobrarán una importancia y un valor antes desconocido, ya que será reconocida por primera vez información estratégica de los edificios, los tiestos cerámicos, ofrendad y tumbas, que les permitirán en el futuro establecer cronologías, ubicando a las ciudades mayas en el tiempo y en el espacio en el intento por comprender sus orígenes y e desarrollo de sus constructores. Un aspecto importante en los inicios del siglo XX es también la preocupación por la conservación de estas antiguas ciudades exploradas con la finalidad de exponer la arquitectura, así como la reconstrucción y consolidación de los vestigios, a fin de protegerlos de los elementos y mostrar a sus visitantes este patrimonio cultural. Es así que bajo estos lineamientos, grandes excavaciones se realizarían, principalmente por instituciones norteamericanas, en las ruinas de Copán (1896), Uaxantún (1923) y Chichén Itzá (1924) (Bernal, 1992: 168-169; Coe, 1995: 136-137). En el caso de Palenque, no pasó mucho tiempo antes de que los arqueólogos empezaran a mostrar un interés por conocer un poco más allá de los grandes conjuntos monumentales levantados por Alfred P. Maudslay. A finales del año de 1922 viajó a Palenque el arqueólogo danés Frans Blom, comisionado por la Dirección de Antropología de la Secretaria de Agricultura y Fomento de México, con el objetivo de realizar un reconocimiento para determinar qué podía hacerse para conservar las ruinas (Blom y La Farge, 1986: 229). Durante su estancia, hasta marzo de 1923, Blom realizó un recorrido extenso, levantado un plano que cubría un área mayor del realizado por Maudslay. Varias páginas de su informe estaban dedicadas a describir una serie de conjuntos arquitectónicos hacia los cuatro rumbos de la zona central levantada previamente: Habiendo terminado lo relativo a la zona que comprende las ruinas de Palenque (se refiere a la descripción de los edificios del área central), penetramos a la selva tropical en busca de vestigios arquitectónicos de los antiguos constructores. Al N, y al S. al E y al O., al pie de los cerros, en las planicies y en las cumbres de los cerros, vemos paredes construidas con grandes piedras, montículos y pirámides, terrazas y edificios, puentes y acueductos. (Blom, 1991: 152) Durante este reconocimiento asigna números y letras a edificios que carecían de ellos, para poder ser identificados en el futuro, dándole una continuidad a los señalados por Maudslay. Por otro lado, aunque describe los principales edificios de la ciudad ya tratados por sus antecesores, considera relevante dibujar muchos detalles ya que “la destrucción sigue día con día y lo que se encuentre hoy puede estar perdido mañana” (Blom, 1991: 22). Así, con los planos de Maudslay en la mano, como él mismo lo señala, se dedicó hacer un inventario de los relieves de estuco, tableros labrados y paredes pintadas, principalmente en el Palacio, el Grupo de las Cruces, el Grupo Norte y Templo del Conde. Algunos de los descubrimientos de Blom proceden de una serie de construcciones que él denomina Grupo A, donde encontró cinco tumbas señaladas como sepulcros (S). Aunque algunas de estas habían sido despojadas hacía mucho tiempo de sus objetos por saqueadores, Blom tuvo la fortuna de explorar cuatro tumbas intactas al interior de espacios abovedados. Estas, numeradas desde el S1 hasta el S4, se caracterizaban por sarcófagos de mampostería de los cuales pudo recuperar vasijas cerámicas, agujas de hueso, pendientes de concha nácar, malacates de piedras y fragmentos de obsidiana. Los individuos se encontraban en una posición extendida y con el cráneo orientado al norte. La quinta tumba explorada por Blom (K5) se ubicaba al oeste de las anteriores, donde se localizó una cámara al interior de una estructura que contenía cuatro sarcófagos de mampostería. Dos de los sarcófagos que se ubicaban al sur de la cámara no pudo explorarlos porque se había derrumbado parte de la bóveda mientras que los otros dos sarcófagos ubicados al norte, a pesar de estar bien conservados su contenido había sido sustraído. A poca distancia de este grupo arquitectónico exploró otras tumbas, aunque sin hallar resultados importantes, más que algunos huesos humanos esparcidos. En diversas estructuras de la ciudad antigua, Blom recolectó una diversidad de materiales arqueológicos como fragmentos de vasijas, silbatos y cabecitas de barro, así como piezas de estuco, obsidiana y pedernal. Entre estos materiales los más importantes fueron 2 jeroglíficos de estuco que localizó en una de las paredes del Templo XVIII, que debido a su estado de conservación tuvo a bien desprender antes que éstos se perdieran, pero realizó un dibujo de su ubicación. Además, en el recorrido por una de las paredes que forman el acueducto del arroyo Otolum, que atraviesa el centro de la ciudad y que dotaba de agua potable a sus antiguos habitantes, se aprecia la figura colosal de un enorme lagarto, labrado en uno de los bloques que forman el muro este del canal y cuya presencia no había sido notado por otros. En el pueblo de Santo Domingo de Palenque, Blom fotografió dos tableros que se encontraban empotrados en la fachada de la iglesia del pueblo, y que originalmente decoraban las jambas del santuario del Templo de la Cruz, mismo que Stephens describiera y dibujara in situ. Así también, recuperó una serie de objetos de barro, estuco y escultura que el exinspector de las ruinas Benito Lacroix, residente del pueblo, había sustraído de las ruinas para venderlas. Entre ellas se encontraba un fragmento de un tablero de piedra que el explorador nombra como el Tablero Maudslay, dado que fue este arqueólogo inglés quien localizó la pieza en las cercanías del Templo XVIII y la publico por primera vez (Blom, 1991: 106). En la actualidad se sabe que este fragmento formaba parte de la jamba izquierda del Templo XVIII y fue el arqueólogo Alberto Ruz quien en el año de 1954 integró la pieza completa, l localizar el resto de los fragmentos durante las excavaciones del templo y que hoy puede apreciarse completamente en el museo de sitio.


Fuente de la Información: Crónista Municipal Profr. Agustín Roman Alvárez Bolivar.

Ultima Actualización: 05 De Octubre De 2018.