Cronicas | H. Ayuntamiento de Palenque.

Las ruinas de Chinikihá

Lunes,15 de Enero




En enero de 1898, Teobert Maler inicio exploraciones arqueológicas en la región del rio Usumacinta. Partió de Tenosique, Tabasco, paso por el pueblo y ruinas de la Reforma y luego arribo al sitio arqueológico de Chinikihá. Maler elaboro en un mapa en el año 1900, el cual muestra los principales pueblos, caminos, ríos y sitios arqueológicos de la región incluyendo a Palenque. Las intensas lluvias agravaban las dificultades para transitar por esas zonas inhóspitas. Es incuestionable que las exploraciones de Maler abrieron un nuevo capítulo en la historia de la arqueología maya.

El nombre Chinikihá (Tsinikihá), o Chinikihá, admite una interpretación doble: chi-nikil-há, “boca o apertura donde desaparece el agua”, en alusión al túnel rocoso por el que atraviesa el rio no lejos de las ruinas. O también puede ser que en la región existe un árbol llamado chinikil (nic, nicté, en los nombres de plantas siempre significa “flor”). Por lo tanto, el nombre sin poner mucho énfasis en la segunda y puede significar también “agua donde crece el árbol chinikil”. Yo tenía amplio conocimiento de que había una gran ciudad en ruinas sobre el río Chinikihá, pero no fue sino hasta mediado de enero de 1898, después de establecer mi base de operaciones en la Reforma, que fui capaz de efectuar la exploración de esas ruinas. Para alcanzarlas, primero tomamos el camino de Tzendales, y después de viajar unas dos leguas (o por dos horas), dimos vuelta hacia la izquierda, siguiendo el camino de una montería abandonada, El Clavo, y virando aún más hacia la izquierda, pronto cruzamos el Chinikihá y alcanzamos el camino viejo de Tenosique, un camino que pasa directamente a través de la ciudad arruinada. Aquí, sobre este sendero, el cual ahora es raramente utilizado, construimos un pequeño cobertizo de hojas de palma, una champa, en un sitio apropiado para bañarse en el río y para proveernos de agua. Primero exploramos todo los restos a la derecha del camino, pero no localizamos vestigios de muros y terrazas, con excepción de un edificio donde encontramos pequeños cuartos posteriores medianamente conservados; todo lo demás estaba completamente en ruinas. Entonces seguimos el camino a Tenosique por unos dos kilómetros, hasta el término del paso de la montaña, donde el sendero corre entre riscos altos que comienzan a descender hacia el valle del Usumacinta. A pesar de esta difícil tarea, escalamos esos riscos y disfrutamos de una magnifica vista de las interminables y boscosas tierras bajas, a través de las cuales corre el Usumacinta. Desde estas ligeras alturas nuestra vista se extendía tan lejos como Balancán y más allá. Pero al no encontrar risco, regresamos agotados a nuestro campamento.

Al siguiente día continuamos con la exploración de esa porción del pueblo que se encuentra del lado izquierdo del camino. Aquí encontramos el cuerpo principal de una construcción, que de verdad se encuentra en ruinas. Dos grupos de edificios de nobles proporciones llamaron nuestra atención. En el primero se percibe claramente los trazos de un patio, que es interceptado por una estructura masiva. Los cuartos que formaban este patio también estaban en ruinas, pero en el escombro se observan restos de los dinteles, los cuales examiné con la esperanza de encontrar esculturas por debajo, pero todo fue en vano. El otro gran grupo de edificios, que en recientes años cayeron en las manos depredadoras de los madereros que explotan estos recursos, fue muy difícil su redescubrimiento, pero desde que los madereros abandonaron la zona, se le prendió fuego y ahora todo es devorado por la densa vegetación. El señor Molina en persona vino en nuestra ayuda, proveniente de La Reforma, trayendo con él algunos de los más experimentados de los viejos monteros. Y solo fue mediante esta ayuda que pudimos localizar las ruinas. Una gran pirámide que alguna vez formo el basamento del templo principal, surge en barias terrazas, y ahora aparece en ruinas, como las edificaciones adyacentes. Entre el escombro dejado por los madereros, quienes lamento decirlo, parecen entretenerse incidentalmente en una manera poco adecuada para la arqueología pero naturalmente en el estilo de los cortadores de madera habían tomado una losa portando inscripciones la cual intentaron llevarse con ellos, pero la encontraron demasiada pesada, dejándola tirada sobre el piso a un lado de la pirámide principal, ¡contentándose con llevarse como “muestra” un pedazo de la esquina de la losa.


Fuente de la Información: Crónista Municipal Profr. Agustín Roman Alvárez Bolivar.

Ultima Actualización: 15 De Enero De 2018.