Cronicas | H. Ayuntamiento de Palenque.

Los Boquerones

Miercoles, 19 de Julio de 2017



Los últimos restos hallados en el pórtico resultaron escasos: dos pendientes de concha, tres plaquitas de concha alargadas y un par de cuentas de jadeíta rotas. Estos objetos acompañaban partes de in individuo adulto que conservaban el cráneo, dientes y algunos segmentos corporales depositados directamente bajo el piso, por lo que se le denominaría Entierro 1 ya que carecía de paredes formales, como las que presentan las tumbas. Ras excavar estos restos óseos se dedicó a poner atención al cercano santuario. Durante el retiro del escombro, notaron la presencia de una ofrenda consistente en un vaso de barro provisto de tapa y una cabecita de jade. La vasija de barro contenía un núcleo de obsidiana y huesos de jabalí. Casi al centro del santuario, la excavación tropezó con un tubo de mampostería que conducía abajo, hasta una cámara funeraria abovedada construida bajo una subestructura piramidal. El piso estaba formado por seis grades losas originalmente cubiertas por un aplanado de estuco, mientras que los muros estuvieron pintados con motivos en color rojo sobre fondo blanco. En ella reposaban los restos de dos individuos adultos cubiertos con cinabrio: el personaje principal , un hombre de unos 19 años colocado en posición decúbito dorsal y orientado hacia el norte, y una acompañante de unos 25 años colocada en la esquina sureste de la tumba y restos de otros. La ofrenda funeraria que acompañaba a los difuntos consistía en tres platos cerámicos de color rojizo, un cajete trípode del mismo material, 3 cuentas de jadeíta de diferentes formas y tamaños, dos discos, dos orejeras, cuatro discos grabados con sus respectivos tapones posteriores, tres bifaciales de piedra que probablemente formaba parte de un cinturón ceremonial, una pequeña máscara formada de teselas de jadeíta y dos piezas de concha que pueden ser bezotes. Esta construcción funeraria recibió la denominación de Tumba 3 (Ruz, 1958. 264). La rica ofrenda funeraria ha inducido a los investigadores modernos a pensar que el personaje enterado en la tumba bien podría ser uno de los fundadores de la dinastía palencana, ya que resulta significativo que la ofrenda cerámica presente características diagnosticas de un complejo denominado Motiepa, el cual ha sido fechado entre el 400 y el 600 d.C., considerándose como una de las tumbas más tempranas localizadas hasta la fecha en Palenque (San Román, 2005:3-8). Los trabajos arqueológicos de Ruz se extenderían al Grupo de las Cruces, donde sus monumentos habían proporcionado importantes descubrimientos en el pasado. Parte de su investigación se centraría en el Templo de la Cruz Foliada, teniendo como objetivo principal conocer el estilo arquitectónico del basamento que mira al poniente. Aunque los resultados no fueron los esperados, ya que el basamento se encontraba muy destruido, la excavación produjo un hallazgo importante. Al interior del mismo, fueron desenterradas ocho piezas de barro profusamente decoradas que alcanzaban una altura promedio de un metro. Estos objetos de formas cilíndricas, huecas y abiertas en ambos extremos se caracterizan por estar compuestos de rostros de deidades y otros elementos iconográficos. En el momento de su descubrimiento se desconocía su función específica, ya que no había fundamentos para considerarlos, ni como incensarios, ni como urnas, argumentando que los objetos no tenían fondo donde depositar el incienso. Después de un largo periodo de dudas sobre la función de estos objetos, excavaciones posteriores en este mismo edificio y templos aledaños permitirían descubrir un centenar de ellos, determinando que estos objetos servían como pedestales para sostener un cajete de forma cónica donde se quemaba incienso, por lo que recibieron el nombre de incensarios compuestos (Cuevas, 2007:33) Sin lugar a dudas, los hallazgos de Alberto Ruz Lhuillier fueron numerosos a lo largo de 10 años de trabajos en Palenque, permitiéndole ampliar los conocimientos de la arquitectura, escultura y aspectos socioeconómicos de sus antiguos habitantes. Sin embargo, la culminación de estos hallazgos llegaría con el descubrimiento de la tumba de K´inich Janahb´ Pakal I en el interior del Templo de las Inscripciones un 13 de junio de 1952. A la fecha ha sido considerado como el hallazgo más espectacular del México antiguo, revelándonos todo el esplendor de un enterramiento real maya. Sus observaciones no serían equivocadas, ya que simplemente no encontró ninguna pirámide olmeca bajo los templos palencanos explorados por él. Lo que descubrió fue la tumba más importante en el área maya y en su interior al hombre que erigió en su mayor parte la ciudad tal como la conocemos hoy. El descubrimiento de la tumba no fue producto del azar. Interesado en las observaciones realizadas por Blom en el piso del templo, Ruz analizó minuciosamente la losa de piedra. Al ampliar una antigua excavación hecha por saqueadores a un costado de las losas, descubrió que el muro se prolongaba bajo el piso, topando con los primeros escalones, los cuales se encontraban obstruidos por una masa de cal, tierra y piedras... continuara


Fuente de la Información: Crónista Municipal Profr. Agustín Roman Alvárez Bolivar.

Ultima Actualización: 16 de Noviembre de 2018.